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Andrea Cabel / El Rincón del Diablo - poesía

Del libro: "Las falsas actitudes del agua"

 

f

 

tras ese vacío infinito que colgaba por la ventana, / encontré

tus ojos.

 

los encontré verdes y sin fondo. / estaban ahí, / con el vértigo

imposible. con las ganas maltrechas / yo los miré, / adorando

la ventana. queriendo irme con ella. /

 

yo me acuerdo mucho de ti, / aunque ahora seamos tan

distintas. recuerdo las noches, / tú llamabas y yo salía /

corriendo, con el corazón en las manos, / no vayas susana.

siempre es igual. yo me quedo contigo. / y tú te colgabas de mi

brazo / y no decías nada.

 

me recordabas a la ventana, / al verde cansado que se arrullaba

solo. / luego, te embarcaba y te rezaba hasta al día siguiente. /

 

los días pasaron y tuve que irme. / las charlas en las bancas frías

de la noche se tardaron demasiado en salir de aquí. / cada

columna de humo se convirtió en una razón más para dejarte

libre.

 

sola. /

 

 

 

 

 

 

 

 

j

 

(micaela: si yo te dijera que sé de los asuntos del futuro, / que

comprendo el llanto amargo de un lucero, / y que un millar de

galaxias / se pierden solamente / cuando tú me miras, /

 

no te asustarías.

 

porque eres una placenta baldía / un enconado purasangre que

cocina / un terremoto en vertebrados gemidos nocturnos. /

 

 

no /

 

 

no hay más miedo que este /

 

que el de la ventana.)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[mayana]

 

cosmos infinito, descifrado engranaje solar,

música que no rota

que no se enamora nunca.

 

corazón sin nombre,

desposeída luz

jardín repleto de nadas rotas,

mayana,

fruto perdido,

espuma tras el verbo

ruido mucho ruido y el polvo

el nogal que se cae

el pájaro dibujado tras la sombra

la taza adormecida,

la espalda oscura,

los nudos de tus manos.

la espuma tras el verbo,

el nogal cayéndose,

el triunfo rojo

del pájaro esculpido.

 

mayana,

 

mayana.

 

 

 

 

 

 

Las falsas actitudes del agua | Andrea Cabel

   AECI/Municipalidad de Lima, 2006

  

  

Andrea Cabel ha logrado enseñorearse de un determinado estilo, que ella lo repliega según su voluntad, lo torna laberíntico, lo oscurece. Allí, una literaria forma libérrima, sustentada en frases, que aparecen como bloques verbales, a veces entre palotes inclinados, y donde el significado resulta una apretada suma de enigmas. Pero, en medio de todo ello, se deja escuchar la entrañable voz de Eros, que pone en evidencia cuál es el exacto y recóndito sentido de esta novedosa escritura, es decir, el incandescente motor que la impulsa. (Carlos Germán Belli)

 

 

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